9 de septiembre de 2011

La incomprensión ante el suicidio

Me acabo de enterar, y no lo creo. Mi cabeza busca opciones absurdas. Pienso en posibles opciones. En equivocaciones, que no seas tú, que sólo fuese el intento, incluso que sea mentira, por enfado, por rabia, por rencor. Me cuesta creer que la gente deje de ser en un momento, que ya no exista más, que sólo quede como nombre o como dos fechas conectadas de tu principio y de tu fin.
Te has suicidado. Has pasado de tu hija, de la gente que te quería, y te has centrado sólo en quien no te quería como tú querías que te quisiese. Pienso que el error fue tuyo. Cuando alguien no te quiere como tu deseas, incluso como mereces, tienes que mirar hacia delante, quererte tú con ese amor que no te da la otra persona.
Pero no lo has hecho. Has abandonado a tu niña, que aún es niña. No sé como quieres que ella lo entienda.
Quiero insultarte, enfadarme contigo y llamarte estúpida, pero me duele tanto el corazón por tí que no puedo hacerlo. No se cuanto dolor tenías en ese momento. Qué pensabas. Qué sentías. Y te pienso como egoísta, loca y egocéntrica, porque has abandonado a tu hija. No se cuantos años tiene. Pero aún va al cole. Tú ya no vas a elegir su mochila nueva, ni le esconderás sus reyes, ni le forrarás los libros que tiene que llevar la semana que viene. Y no lo entiendo. Me cuesta creer que no seas más, que decidieras dejar de luchar por el resto de tu vida. ¿sólo por él? ¿Merecía tanto la pena? Tanto como para abandonar tus ilusiones, tu futuro, tu vejez, todas las experiencias que te faltaban por vivir.
No puedo comprenderte. Pero el corazón me duele horrores, y me hubiera gustado tanto decirte estas cosas, que no merece la pena, que tú valías más que eso, que todo pasa y que el tiempo calma los dolores del corazón, como los de la cabeza, los del alma y los del cuerpo. No pensé en tí el día que decidiste pasar de tu vida, y ahora no voy a sacarte de mi cabeza en tiempo. Ahora me siento incluso culpable, por no dedicarte pensamientos ese día. No teníamos amistad, ni relación, sólo nos unían personas a quienes queríamos. Pero no puedo evitar llorarte y sentir un gran dolor por tu decisión.
Tengo mucho dolor por tí, tanta pena por tí, pero mi enfado contigo es tan grande.
Pienso en el daño que tú vas a causar. En el dolor que les causas a los que se quedan. Y me enfado contigo porque le vas a causar un dolor tan grande a alguien que quiero tanto. Podías haberle dejado, haberle mandado  a la mierda. Haber dejado tu trabajo si es que no te gustaba; algo hubiese salido, por malo que fuese, algo con lo que aguantar luchando por algo mejor. Siempre hay otra cosa esperándonos. Y si no, vayamos nosotros a por ella.
Ahora me queda a mí cuidar el dolor de quien dejas. Y no me parece justo. Y a la vez me duele tanto que tu dolor llegase a esto. De verdad que lo siento tanto por tí.

3 comentarios:

  1. Palabras muy conmovedoras. Una realidad muy triste. Me gustan tus reflejos...

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  2. Demasiado dolor y corazón para algo tan cobarde como el suicidio, todo un atentado contra la vida... Lo único real y certero que veo en esta historia es sin lugar a duda tu último párrafo de reflexión: <>

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  3. Mi opinión sobre el suicidio no podría plasmarla en un comentario, necesitaría varias páginas. Es un tema complicado del que cuando se habla, se deben entender muy bien las consecuencias de lo que se va a decir, y no hablar por hablar.

    Me limitaré a comentar que la ausencia de un estilo cuidado de escritura le aporta aún más sentimiento a tu entrada del que por si mismas sus palabras transmiten.

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