30 de noviembre de 2012

La tienda de tebeos de la calle Etna

No sé exactamente por qué, pero mientras leía (algo que no tenía nada que ver con todo esto) me he acordado de un recuerdo de mi infancia. Uno de esos que parece que tiene sabor y olor, un olor a papel viejo. Tal vez no exactamente viejo, pero sí un papel más rugoso, no ese de brillo satinado y estilo "modernista"...Me refiero al papel de tebeo, no al papel de cómic...
El papel de tebeo era diferente. Olía a tardes en casa delante del radiador (sí, cuando la gente no tenía calefacción y no era síntoma de vivir en infravivienda) cuando no te planteabas ir al centro comercial (sí, vale, no había entonces. El primer centro comercial de Madrid se abrió en 1983, pero quedaba en el culo del mundo en realidad, así que lo de ir era algo muy específico. Ibas a comprar cosas concretas, no a "hacer ocio", porque ni se tenía el dinero, ni se entendía como una inversión de tiempo de ocio "real").
El caso. Había (hablo de los años 90) una minitienda en la calle Etna. En esa tienda, por un precio muy bajo, podías ir y dejar tu tebeo "re-leído" y cambiarlo por el "re-leído" de otra persona, que para tí era totalmente nuevo. Yo entonces era un mico, así que iba con mi padre. Desconozco las normas, pero podía leer tebeos nuevos cada semana.
Hace un par de findes de semana, en una tienda de estas tipo grande superficie (sí, de las de miles de pasillos, en las que entras a comprar pan de molde y sales con 12 cosas más que no querías tres cuartos de horas después) miré unos tebeos (ahora cómics) de Mortadelo y Filemón. Aproximadamente, puedes tardar en leerlo 3/4 de hora (es un estimado y era versión fina). Valía bastante más que una hora de trabajo. Y yo no quería solo uno. Lo dejé, con muchísima pena, en su estantería, donde tal vez se quedó triste, mirando, eso sí, a la sección de charcutería, que imagino, le hizo la pena menos intensa.
Puede ser que todavía queden sitios de este tipo, en lugares muy céntricos. No lo tengo claro. Se lleva la venta de segunda mano, pero no este tipo de intercambios, sencillos y sin que medie internet. En las bibliotecas públicas no suelen comprar tebeos. Compran más bien best-seller (cosa que sí, entiendo, aunque alguno de ellos sea tan malo como  El tiempo entre costuras) así que no hay mucha posibilidad de leer cómics.
Así que no me vengáis con que la sociedad de hoy mola más porque tenemos facebook y whats-up, porque me parece que hemos perdido muchas cosas que estaban muy bien.
Y esta es mi chorrada de hoy. Así de melancólicos estamos.

13 de noviembre de 2012

El día que me olvido de mí

A veces a mí me pasa, no sé al resto de la gente...Se me olvida quién soy, qué quiero y por qué luche tanto. Olvido escuchar las canciones que me gustaban, los cantautores que no molan nada y que a mí me llenan de ganas de soñar olvido perder el tiempo (y ganarlo) con la película que siempre me hace sentir bien, por chorra que sea.
Esos días soy mi peor enemigo y mi amiga más mala, me desprecio y no me digo nada bonito. Me pongo quejas a todo. Como un niño consentido, como el profesor del colegio que me cogió manía y siempre me hacía sentir mal (maldita Fuencisla...) me pongo faltas por nada, y ni me gusta la comida que me hago, ni cómo me peino, ni cómo me queda la ropa que ayer me gustó tanto. Esos días hago dietas absurdas; no lo más sano ni lo más rico, sólo lo rápido, lo que me llena pronto el estómago para no darme cuenta de si tengo el corazón vacío.
Esos días procuro fastidiarme el resto de la semana, retraso o dejo de hacer lo importante, falto a las clases que yo escogí voluntariamente, trabajo a desgana y a ser posible, paso el resto del día haciendo algo que no me aporte nada, me fijo en los desplantes, o lo que veo que lo son, y lo anudo a mis más profundas inseguridades.
Ese día veo más maldades que las de costumbre. Las disimuladas, las escondidas, las capto. Y no es para nada bueno, sino solo para acrecentar el miedo a los otros.
A veces el día me resulta largo, agotador, eterno. Ese día todos los demás suben por encima, y los mantengo yo en alto, a solas, sobre el peso de mis hombros que llegan a doler, a combarse.
Esos días me siento vieja, pero no sabia. Cansada, pero sin haber hecho nada. Las palabras se me confunden y las ideas se me escapan.
Esos días no oigo más que ruido y pierdo dimensiones de mi propia personalidad. No razono los sentimientos, y los simplifico y reduzco a una especie de código binario, en el que todo es blanco o negro, bueno o malo.
Y ese día me duele más el alma, y no queiro escribir nada ni recordar mis cosas positivas. Esos días hago caso a los amigos de los malos consejos, a los que se quedan en la superficie más externa y lo reducen todo a una especie de negativismo congénito del que adolezco.
Esos días soy infinitamente asocial, pero infinitamente dependiente también. Esos días no entiendo a nadie, y nadie me entiende a mí.
Pero esos días también se pasan.


19 de octubre de 2012

La protesta pingüina y su poesía

Este video de protesta chilena es de hace más de un año pero me pareció excelente. Una poética manera de protestar. Yo lo pondría copyright a la canción. Sencillamente, excelente.

Frases brillantes y pegadizas, realistas, referentes a las tasas de la universidad: "Pagaré hasta morir" "Hoy día pagaré con plata que no tengo" "y hoy sólo es seguro que endeudado estaré".
"Pa´estudiar me tengo que endedudar (...)Está cara la cuota, la plata se me agota (...)" Forjará mi destino el lucro indebido".
Poesía social debe ser. Le voy a mandar una copia a la Complutense, a ver qué dice...http://www.youtube.com/watch?v=kYEXo4PDCTw&feature=bf_prev&list=ULUYKgYi28dU8

La bajada de la ayuda al alquiler y la sociedad desinformacional

La ayuda al alquiler ha sido rebajada en un 30%. Anteriormente era de 210 euros. Ya había sido eliminada para nuevos demandantes (cumplieran o no los requisitos), pero a los jóvenes que la recibían, se les seguía ingresando, con mayor o menor retraso (de hasta 7 meses he llegado a conocer).
En un contexto de crisis y expolio, donde se ha robado y malgastado tanto que las arcas están vacías, es normal y comprensible (incluso) que eliminen determinadas ayudas. Es una faena, una putada, vaya, pero puede ser comprensible (que no es lo mismo que apoyar o defender la idea o que no se nos ocurran infinidad de alternativas de donde sacar esa pasta).
Lo peor de la situación es la falta de información, que no hayan sido capaces de anunciarlo. Me refiero, en primer lugar, a las notificaciones telemáticas. Eso es automático; un email a cada demandante en el momento en que se aprobó la medida. Eso podría permitir la opción de que los demandantes sopesen si la bajada les compensa. Vamos, que si te cumple el contrato en septiembre, y tú conoces la bajada, puedes mirar otras casas (de lo contrario, pasada esa fecha, el contrato se renueva por un año tu casero puede quedarse con tu señal y no sería ilegal. Cierto que esto depende de cada contrato de arrendamiento). Y esta falta de notificación a los interesados es sorprendente, más si pensamos en las recientes cartas enviadas en nombre del Partido Popular (el gobierno, que es quien decide qué se guisa y qué se come en este momento) a los ancianitos agradeciéndoles su voto. En este caso, una notificación telemática, no tiene el mismo coste, ni en dinero (recursos escasitos) ni en tiempo (de este recurso tenemos un poco más, tampoco tanto). Por otra parte, yo no he leído nada sobre la bajada del alquiler, excepto cuando lo he buscado en concreto (y aun así, lo he visto en foros, algún blog y en El Economista y El Mundo, no en otros medios, y me pregunto si es despite mío o es que realmente, a nadie se le ocurrió darle mucha importancia. Tampoco se había quitado recientemente en la propia página del Ministerio donde se informa de la ayuda) habiéndose aprobado en  un congreso de ministros en julio, no entiendo la falta de información. Principalmente, la información directa a los interesados. Podría atribuírlo solo a despiste mío, que no leí el periódico ese día (que casualidad que se aprobase en verano), pero tampoco se informa en la página del Ministerio de Fomento. Es más, ni se informa de la bajada ni de que se ha quitado, pues siguen apareciendo formularios y explicaciones para poder solicitarla.
Ya digo que la falta de información en este caso, me parece más una falta de respeto que otra cosa (¿iniquidad o despotismo?). Parece ser que el hecho de que dejen de darte una ayuda no merece ser informado ni avisado. Y a mí se me ocurre que cuando no informamos a los interesados de algo que vamos a hacer y les perjudica, es porque el interesado nos importa 3 pimientos (por ser elegante).
Cierto que si no informas de algo que se va a hacer, te quitas de en medio un montón de protestas, un mal rato, vaya. Pero esto es tan feo como dejar a la novia por mensaje o cambiando el estado en la red social.
Feo, pero feo. Da la sensación de que el "pobre" (no era tan fácil cumplir los requisitos para la Renta Básica de Emancipación) no merece ser informado, no importa. Como es algo que te "dan" (¿en serio? ¿hicieron una colecta en un congreso anterior y pasaron una huchita entre los ministros?) no importa que te lo quiten, y como pobre que eres, agradecido debes estar de que te sigan dando algo.
Si las medidas que se toman no se informan, ¿no somos una sociedad desinformacional? Tanto hablar Castells de la sociedad informacional y de la importancia de la información, y resulta que ahora importa un huevo. La información que tenemos en prensa está mayormente manipulada y partidaria, y la información "neutra" (esto sería informar de un hecho, con unas consecuencias sobre la realidad económica de los individuos) no se da, no existe. ¿La ausencia de información no equivale a debilitar deliberadamente la sociedad, y dentro de ella, a determinados individuos? ¿no es un derecho que me informen sobre las decisiones que me afectan?
Eso sí, me he enterado, por todos los periódicos que pude ver, de que ha sido el cumpleaños de Leticia/Letizia (la del hijo del rey, esa) e incluso de noticias (igual de importantes ) de otros países (si se han casado, si no...chorradas varias) pero no de esto.
¿Será que querían darnos una sorpresa? Pues, querido gobierno, para la próxima, me avisas.

5 de octubre de 2012

La vida en soledad

Existen un montón de ideas preconcebidas, prejuicios, ideas establecidas en el imaginario social, grabadas a fuego, sobre lo que implica la soledad y el vivir solo. Como una especie de identificación (terrible) con el fracaso. Y por supuesto, con la infelicidad.
Me hace gracia, en relación, la frase de Pascal: “Todas las desdichas del hombre provienen del hecho de que no es capaz de estar tranquilamente, solo, en una habitación”. En este caso viene a ser lo contrario, no tanto una defensa a ultranza de la soledad como opción, sino una crítica aguda a la sociedad como conjunto.
No tanto en los medios como en la calle, se identifica vivir solo con el hecho de estar solo, y por supuesto, triste. La imágen es la de una persona infeliz, enfadada con el mundo, y envidiosa. Sin amigos, sin vida social, sin nadie que le recuerda ni le quiera, como una especie de "merecimiento". No deja de ser como la idea que nos inculcó Disney de que ser feo es un castigo a alguna mala acción, eso de que la cara es reflejo del alma (así que si eres modelo, eres algo así como una Teresa de Calcuta encubierta).
Dentro de estos solitarios (que parece, no son fruto de elección personal, sino más bien de exclusión) la posición de la mujer es aún peor; una mujer que vive sola, y me refiero a las mujere de mediana edad, es una "Solterona", una mujer no querida (por eso está sola, nunca por propia elección). En el caso del hombre la idea es un poco más atractiva (es un soltero de oro, aunque en el fondo es porque no ha encontrado a la mujer adecuada) al menos hasta la tercera edad, parece ser, pues entonces, de ligón empedernido, pasas a ser una especie de Scrooge dickensiniano. Recuerdo la película "Divorcio a la americana" (1965) que mostraba la envidiable vida de un hombre que vivía solo, frente a las preocupaciones de un hombre viviendo en familia. Sin embargo, cuando la mujer se quedaba sola, era más bien fruto de sus malas acciones (por, entre otras cosas, caprichosa) y una especie de castigo insoportable. Imagino que la idea es que, a los 60, el hombre que elige vivir solo se convierte en ese otro ser malvado y casi ermitaño tipo Scrooge (sí, el de Dickens) que odia a la gente, especialmente en Navidad, mientras que la mujer, tiene esa transición mucho antes, a esa en la que nos dicen "se pasa el arroz".
Sí, yo estoy dando referencias de los años 60, pero es que, a pesar del tiempo pasado, la imagen actual no se distancia tanto de aquellas. Nuestros políticos ven la maternidad como una especie de necesidad para ser mujer (y la maternidad es el paso imprescindible, parece, para evitar esa terrible soledad).
La gente (siempre como conjunto, los casos particulares son otra cosa, aunque, claro, particulares) se empeña en tener hijos (si, tras tener una pareja) como solución a problemas presentes y futuros: malestar de la pareja (claro, un hijo lo soluciona todo, tipo asesor matrimonial en mini), como solución a problema personal (el aburrimiento, para mí, motivo casi tan malo como el de querer arreglar una pareja que se rompe). Como una amiga me dijo hace poco, convencidísima "cuando enfermes tu trabajo no irá a verte al hospital" como argumento base para tener una pareja y, a posteriori, una familia (marido, hijos, y perro o tortuga al menos). No nace tanto de un deseo, como de evitar una serie de problemas que creemos, vendrán a continuación. Egoísmo y miedo.
En algunos lugares de África, a las personas que morían sin descendencia, los enterraban con una piedra en la mano. La idea que subyacía era "con nada viniste, y con nada te vas, pues esto es lo que dejas".
Aquí, en mi España querida, tener hijos se convierte en una excusa tras la que esconderse. Y no digo que la gente no quiera a sus hijos, no, lo que digo es que no tengo claro que el motivo sea el idóneo, pues se tienen, como la pareja, más por un miedo a una soledad que no conocemos, pero sobre la que tenemos un montón de ideas espantosas. Por eso de "morir solo". Cuando me dicen eso, no se si se refieren al momento de agonía o al del entierro. Que digo yo, que una vez que te has muerto, qué más te da. Y que si te estás muriendo, si tienes dolores, ¿quieres tener cerca a los tuyos o a un buen médico? Como todavía no me he muerto, no tengo la más remota idea, pero siempre creí en los calmantes... 

14 de agosto de 2012

El paro en Madrid

El paro en la Comunidad de Madrid para el segundo trimestre del año, que es el más fiel, por no estar afectado por los contratos basurilla temporales de la hostelería y comercio propios de verano y navidad, es del 18,86.

Estamos en el paro registrado más alto hasta el momento.


Sí, es poco profundo y tiene poco análisis, pero sinceramente, me apetecía ponerlo. Este es un reflejo real del todo, de la sociedad (económica) que tenemos.

11 de abril de 2012

Cuando todo es mentira

Cuando eres consciente de estar metido en la espiral de mentiras que es nuestra sociedad de hoy, ¿qué haces? ¿Cómo escapas de la competición política que sólo tiene premio para ellos? ¿Cómo dejas de ser el ganado al que exprimen y explotan mientras roban sus colegas descaradamente, cuando no ellos mismos?
Mientras unos se preocupan por el hambre, por las carencias, otros lo hacen solo por avanzar en una espiral de poder. Y mirando a unos y a otros, no queriendo ser parte de ninguno de esos equipos, las opciones son limitadas, prácticamente nulas.
Trabajar se está convirtiendo en un artículo de lujo; el transporte público y la gasolina/diesel suben descaradamente. Los trabajos cada vez más lejos, los horarios partidos, imposibles, el ocio más caro. Comer fuera de casa, un menú, es un lujo depende de en qué zona, las dificultades para conciliar trabajo y vida familiar son cada vez mayores. La búsqueda de alternativas es cada vez más difícil y ofrece opciones escasas.
Mientras tanto unos cuantos se nutren de poder (reyes de los pobres) y de dinero y en el otro extremo familias enteras mueren de hambre. Primer mundo y tercer mundo, países emergentes. Conceptos cada vez más abstractos que no muestran la realidad de lo que hay detrás.
Unos pocos mucho más ricos, unos muchos cada vez más pobres.


26 de marzo de 2012

"¿Ha estudiado una carrera? ¡Oh, no! Entonces es un vago"


Me cansa un poco (mucho, en realidad) leer esa extraña “culpabilización” del que ha estudiado.
Sí, me refiero tanto a la creencia de que estudiar / haber estudiado implica haber estado en casa tocándose las narices. No, la posibilidad de compaginar trabajo con estudios existe. Eso no quiere decir que después te lo valoren.
Por poner un ejemplo, y como diría un profesor que tuve, exponiendo un curriculum que nadie ha solicitado, trabajé durante toda mi carrera. En ocasiones más horas semanales (superando las legales, por compaginar dos trabajos de media jornada) en ocasiones menos. Dependiendo del contrato que tuviese en ese momento (tras una primera experiencia sin contrato, porque ya en aquél entonces te decían “Es que no tienes experiencia previa”).
El tiempo para estudiar se saca de reducir el salir y la vida social, apagas la tele para siempre (un gran acierto, sea dicho) y te lo quitas de dormir, incluso. O te inclinas hacia el cálculo; sí, cursos factoriales y estrategias de división de asignatura; de esta me examino en junio, de esta en septiembre, y pasando tus vacaciones en la biblioteca en vez de en Benidorm haciendo botellón a pie de playa. Pero hasta aquí, solo es anécdota.
Lo que me fastidia es leer y oír esa especie de tendencia a la culpabilización de los que han estudiado. Hoy, a tenor de un artículo en público (http://www.publico.es/dinero/427212/aumentan-los-jovenes-con-estudios-superiores-en-puestos-de-limpieza ) algunos usuarios opinan que eso es culpa de los propios jóvenes, por no haber estudiado un oficio, o porque, como dice uno “Pues si yo tuviera una empresa y se me diera el caso de tener que elegir entre contratar a un profesional que en su currículo incluye haber trabajado en limpieza, y otro, aun con mayor preparación, que ha sesteado en casa de mama y papa, no tengo ninguna duda de a quién contrataría”.  Es decir, se asume que estudiar es igual a sestear. A  no querer trabajar. A no valer para el trabajo. Y en casa de papa y mamá, ni se te ocurra venir de hogares desestructurados. Me pregunto yo si esos mismos señores/as conocen la tasa de paro de aquellos que han estudiado un oficio. ¿tienen curro? , ¿de lo “suyo”?, ¿cuánto cobran? Y es que no se cuándo narices vamos a darnos cuenta de que lo que está mal es la estructura del mercado de trabajo, que no es capaz de absorber a toda la población en épocas de alcismo económico, cuanto menos en situaciones de crisis. Que existe una causa estructural, por la que no se contrata al que estudia sino al que tiene mejor nombre a sus espaldas o por maquinaciones estratégicas. Ejemplo clarísimo; en Andalucía el PP ha contratado a Juan José Cortés (padre de la niña MariLuz) como “asesor y su labor se centrará, fundamentalmente, en asuntos relacionados con barrios con problemas de exclusión social”(Público, 21/03/2012). Es decir, para un trabajo para el que suelen exigir años de preparación y de experiencia (licenciatura, máster, incluso doctorado y publicaciones sobre el tema) eligen a un señor que puede ser convertido en producto de marketing, estrategia de atracción de votos donde las haya.
Me parece de todas formas, que se crea una especie de división enfrentada entre “nosotros y ellos”, en las que cada colectivo parece alegrarse de los males del otro: “Ese no tiene trabajo porque No HA estudiado” frente a: “Ese no tiene trabajo porque HA estudiado”.  Como ejemplo de lo primero, otra anécdota; durante mi trabajo, como dependienta, una señora dijo a su nieto: “¿Ves como tienes que estudiar, hijo? Si no luego vas a estar como esta señorita, trabajando aquí”. Totalmente verídico.

Sobre la juventud y LOEWE

El anuncio de Loewe no le parece a nadie real. Pero me he encontrado una definición de Zárraga (no el ex-futbolista, sino el sociólogo) que, en realidad, da la razón al anuncio.
"en una sociedad como la nuestra, donde la familia representa un papel fundamental en la reproducción de los agentes sociales, las condiciones concretas en que viven los jóvenes, su proceso de juventud depende directamente de las condiciones familiares, determinadas en gran medida por la clase social".
Y es que, como dicen dos de las "protas" del spot publicitario, la palabra Loewe (y su simbolito) les recuerda a su abuela. Vamos, que en una época en la que en España como norma general se pasaba hambre, sus abuelas llevaban abrigos de visón. Así que, por mucho que hablemos de ascenso social entre generaciones, seguimos en la línea de siempre. Y si tu abuela pudo pagar un Loewe, tú también podrás. Y en ese sentido, el anuncio refleja UNA realidad; la de que existen jóvenes que pueden permitirse ese estilo de vida.
Yo de mi abuela tengo el recuerdo del arroz con leche. 

6 de marzo de 2012

Nuestra utilidad: consumo que nos consume

Antes de opinar, refiero una entrevista de Saskia Sassen.
http://elpais.com/diario/2012/01/29/eps/1327822015_850215.html

No es muy larga y merece la pena.

2 de febrero de 2012

Efectos no queridos de los Vendedores de Humo

Hay momentos en los que te das cuentas de que todo el mundo intenta ser vendedor de humo.
Vendedores de imágenes de sí mismos, de lo que aspiran a ser y quieren que vean los demás, vendedores de cómo desean ser vistos. No necesariamente imágenes de sí elaboradas y complejas, sino fruto de la necesidad del momento, resultado de la necesidad de sentirse deseados, envidiados o admirados. Intentan engañarte a tí, que les sigas y les acompañes en su autocreación. Pretenden engañarte vendiendo lo que no son, mostrando su necesidad y valía. Dando la carta presentación no solicitada. Excusa no solicitada, culpabilidad manifiesta. Una exagerada pretensión de mostrarse fuertes y vitales puede ser escondite de la debilidad y el cansancio eterno. Bondad propia ensalzada, envidia y mala fe. En ocasiones es más simple, la demostración retórica (solo mediante retórica) de una concreta idea deseada de ser, de ser vistos "como". Cartas de presentación de un producto que no consiguen vender, porque en el fondo, no creen en él.
En algún momento todos podemos convertirnos en vendedores de humo, vendiéndonos bajo envoltorios de papel de seda y lazos del color del poder, pretendiendo dar una imágen de lo que no sabemos que somos, pero quisiéramos ser.
Somos vendedores de nosotros mismos, y no nos vendemos humo sino a nosotros mismos. Creer en la imágen proyectad puede ser peligroso. El efecto secundario no deseado de no saber quien somos, o de saberlo sin poder aceptarlo.
Da igual el color o lo que brille; sólo es humo.


26 de enero de 2012

Que tele5 no sea la carta de presentación de España

Navegando por la web, me he encontrado con un artículo de una web mexicana que decía "El gusto de España se mira por telecinco". http://www.mexicotop.com/article/El+gusto+de+Espa%C3%B1a+se+mira+por+Telecinco
Rápidamente, con los pelos de punta al pensar que pueda ser telecinco la manera de acercarse a la cultura española, he querido comentar en la web, decir que no, que no se qué o quién es La Noria. Pero no podía desmentirlo sin más, pues mentira no es. Pero pensar que se pueda analizar la sociedad española, viendo telecinco, me causa poco menos que sudores fríos.

Lo cierto es que telecinco, a pesar de las críticas, tiene gran cantidad de espectadores fieles. A pesar de mi esperanza en que sus estadísticas se deban a televisores de bares y lugares de ocio donde nadie hace caso a la televisión, no es así. Numerosas personas tienen puesto el canal como fondo de sus vidas, como acompañamiento o como entretenimiento. Por poner un ejemplo específico, durante un estudio que realicé en 2006 sobre las formas de socialización y participación política de mujeres españolas de 30 a 55 años, pude constatar que la única ventana al mundo de algunas mujeres de esas edades era ese canal. Mujeres que creían como dogma en la bondad de la "princesa de pueblo" -esa que dicen, se parece a cualquier peluquera. Pobres peluqueras- así como creían en cualquier imágen de la realidad que les quisieran vender. Mujeres que han sacado a sus hijos adelante, solas o acompañadas, incluso en mala compañía, y admiraban a la desviada ex de un torero como "madre coraje". Personas que creían todas las representaciones del teatrillo de tele5, que se creían los personajes representados y los montajes no solo como si fueran reales, sino como si fueran parte de su familia, de su vida cotidiana. Y si he puesto el ejemplo concreto de esas mujeres y edades por lo conocido, no es porque sea la única población receptora de la telebasura.

El problema es que lo que vende ese canal no son baratijas o productos tipo teletienda, sino que vende un concepto de la realidad social. De la moralidad, de cómo somos y de cómo nos relacionamos. Muestran una imágen de las relaciones sociales tan continuada que la gente las cree, y las interioriza. Las imita.
Duranto años, las conversaciones versaban en torno a con quién se acostaba un determinado participante de Gran Hermano.


Sobre si la televisión refleja lo que la gente quiere ver, tengo mi propia teoría. Se impacta en la población con algo inusual, desafiante incluso. Y se genera dependencia justificando la propia importancia de lo que se está enseñando. Todos sabemos que hay personas que saben hacerse imprescindibles, aun no siéndolo. Con los programas de televisión sucede exactamente lo mismo.
Así que desde las mama-chicho, comenzó nuestra perdición...
A pesar de nuestras infinitos problemas como país, como sociedad, la gente (en general) sigue hablando de los amoríos y desventuras de ese nuevo especimen amarillista. Parece más real que Camps, que no sabemos con quién se acuesta.

Que la alternativa de "España toros, olé olé" sea preferible, nos hace darnos cuenta del atraso en el que nos estamos metiendo nosotros solos. La caverna de Platón se nos va a quedar pequeña, y a mí cada día me preocupa más.

24 de enero de 2012

Imposible no recomendarlo: acceso a las ideas de Le Corbusier

Se que estoy demasiado metida en Le Corbusier, pero habiendo encontrado este acceso libre a sus geniales ideas me parece obligado compartirlo aquí. Sus reflexiones son consisas y extramadamente claras (y clarificadoras en algunos puntos). Si nuestros queridos administradores de lo público le hicieran un poquito de caso, otro gallo nos cantara.
http://ddooss.org/articulos/textos/Le_Corbusier_Atenas.htm

Problemas de densidad y rápidas soluciones: Distrito único

Le corbusier consginaba el tugurio como el exceso de densidad. En principio, el mayor problema de la densidad, además de lo evidente, es el problema en la distribución y acceso a servicios. Viviendo como viviemos en un país con Estado de Bienestar, es un problema puesto que el estado debe proveer de esos servicios.

Ejemplo clave de densificación poco sostenible es el centro histórico de las grandes ciudades; al dividirse antiguas casas de enormes proporciones en pequeños (a veces diminutos) apartamentos, aumenta la población. Esto no sólo provoca grandes daños a la estructura edificatoria (mayor número de baños y desagües para las mismas bajantes) sino que eleva peligrosamente la densidad poblacional del área. Esto significa mayor número de personas para la misma cantidad de servicios, porque, curiosamente, la administración no suele aumentar el número de servicios, por ejemplo, los centros médicos. En principio, podríamos basar este pasotismo en el desconocimiento; la mayor parte de las segregaciones de edificios son ilegales y difíciles de detectar. Sin embargo, desde la administración sí se tiene acceso al número de empadronados. También es verdad que en España pasamos bastante de nuestras obligaciones padronales, informando rara vez de nuestro cambio de domicilio. Aun así, aumenta en gran medida el número de empadronados. Por otra parte, no suele haber suelo público disponible en el centro para construir nuevos edificios que den cobertura a servicios. Se me ocurren un par de casos (y alguno más) de ejemplos, sin embargo, en el que el suelo y edificios públicos del centro de Madrid se han alquilado a empresas (sí, como bancos y sus oficinas) lo que es mucho más lucrativo que poner un nuevo centro médico o colegio.
Surgen pequeños problemas, como podría ser la masificación en bibliotecas, pero problemas grandes como una mayor distancia para los peques del cole público. O como la asistencia a urgencias del barrio, incluso a consultas primarias, de esas que no son urgentes pero que nos salvan la vida en ocasiones. Esto de la masificación supone mismos médicos para mayor número de personas. Eso se traduce en mayor número de días de espera para una visita a nuestro médico.

En años no muy lejanos, a cada uno de los habitantes de Madrid, ciudad que conozco bien, les correspondía un médico determinado, cercano a su domicilio. En Madrid ciudad se encontraron con un problema; la masificación de los centros médicos. La estadística fallaba estrepitosamente. Así que tomaron una decisión sencilla y barata. ¿Aumentar médicos y enfermeras generando empleo? No, he dicho barata. La solución fue instaurar el distrito único, eliminando la zonificación sanitaria. Una de las medidas, además, fue que los directores de los centros médicos no tenían que ser necesariamente licenciados en medicina. Valoraciones aparte, esto significa que no es necesario aumentar el número de personal sanitario, presuponiendo que, aquellos que viven, pongamos un ejemplo, en el distrito de Puente de Vallecas, acudirán al médico, por ejemplo, al distrito de Fuencarral-El Pardo. El resultado, listas de espera eternas para consultas de primera atención, pasotismo de médicos cuyo trabajo se parece más a la producción en cadena que a la atención personalizada. Pero a Espe le cerraron una planta de hospital para extirparle un tumor (recuerdo infinitos meses de espera y miedo para varias mujeres cercanas a mí cuyos tumores SÍ eran cancerígenos).

Si queréis ampliar información, poca vais a encontrar, pues apenas se habló de ella. Os remito este enlace, con escasa información y consignada bajo la lucha política de siempre, más basada en la deslegitimación del otro que en la defensa de los intereses ciudadanos: http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=1013363

Si Kindle veo, Kindle quiero

El último juguete de moda es el libro electrónico. Estos reyes, infinitos no lectores han recibido como regalo de reyes algún tipo de e-book. Algunos aficionados a la lectura, también.
Hace poco oí exponer a un señor de los que gusta ser llamado "chico", sus motivos para comprarse un Kindle. Que así no se mataban más árboles. Y a mí, como argumento me pareció bién, sin saber cuándo contamina el librito electrónico ni sus modos de fabricación. Lo que me resultó curioso, cuanto menos, es que ese argumento saliera de una persona que no ha leído un libro en su vida. Jamás. Ni periódico. Pero ese señor deseaba con verdadero fervor, exponiendo numerosos argumentos, tener un Kindle (en concreto, otras marcas menos publicitadas parecían no interesarle).
A mí me parece excelente cualquier medida que fomente la lectura. Me parece bien que la gente lea, sean los criticados best-seller, libros de humor o tratados sobre la vida reproductiva de las setas. Pero tengo la sensación de que hemos perdido ligeramente el norte en lo que a maquinitas varias se refieres.

Parece existir una irrefrenable necesidad por poseer toda novedad en el mercado, y si tiene un nombre difícil de pronunciar, mejor. Y la adaptación a las nuevas tecnologías está bien, y es positiva. Pero deberíamos preguntarnos la utilidad de cada uno de esos aparatitos a nuestra vida cotidiana, a nuestras actividades, a nuestros intereses. A no ser que nuestro interés sea poder presumir del aparatito en cuestión delante de nuestros conocidos. Y es que en absoluto estoy en contra de los libros electrónicos ni de cualquier otra innovación tecnológica. Pero sí me pregunto acerca de la necesidad y de la utilidad que pueda tener en cada uno de nosotros. De manera individualizada, pues no creo que nuestras necesidades e intereses sean los mismos; lo que a tí te es imprescindible tal vez a mí no me sea tan necesario, ni siquiera útil.
Esto me recuerda a una anécdota de hace un par de años, ilustrativa de muchas cosas, entre ellas del funcionamiento de las partidas económicas para la investigación. Un determinado profesor, miembro de un grupo de investigación renombrado, quería un libro electrónico. Hablo de un momento en el que no eran tan "asequibles" como son ahora. Para justificar la compra de uno de esos aparatos para él con dinero destinado a la investigación (sí, sí, esa misteriosa partida I+D) tenía que comprarlo para todos los miembros de su grupo de investigación. Y eso hizo. Compró uno para cada uno de los miembros, sin cuestionar la necesidad de ellos, si el resto deseaba o no el aparato en cuestión o si hubiera sido más beneficioso el destino de esa partida a otros fines. Recuerdo lo que dijo un catedrático,de los grandes en su materia aunque poco actualizado: "¿Y para qué quiero yo esta maquinita de videojuegos?"
Y así vamos, la investigación y nosotros. Pero me parece que ilustra bien lo que quiero decir.

23 de enero de 2012

Le Corbusier y telecinco

Siempre he creído y defendido que la primera característica del ser humano es el ser social. Que necesita de otros para sobrevivir lo sabemos todos (gracias Aristóteles). Lo cierto es que esta necesidad de estar en sociedad aporta cierta seguridad (al menos ante la supervivencia) pero nos somete y nos reprime, nos sujeta y limita bajo coerción social. Aun así debiera darnos felicidad y plenitud.
Viendo la situación social y política actual, o económica, donde somos robados por quienes deben defendernos y representarnos, viendo el desencanto social tan generalizado (basta poner la televisión) recuerdo a Le Corbusier, cuando, al hablarnos del interés que tiene la sociedad para el individuo, expone la manera en que las empresas (entendido como unidad de organización) benefician al ser social. Y me encanta la manera en que nos recuerda, sin demasiada vuelta, la importancia que tiene la finalidad de esas acciones para los individuos, y en definitiva, para que exista equilibrio social, para que la sociedad cumpla el fín para el que está destinada. "La colaboración en empresas sociales acertadas, ennoblece. Pero si predominan la pereza, la necedad y el egoísmo, el grupo, presa de anomia y de desorden, sólo proporciona rivalidades, odio y desencanto."
Y después de leer el caso Nóos (entre otras numerosas muestras de corrupción, tan presentes en nuestra realidad social que ya ni sorprenden) la facilidad en la que se da muerte a gente de cualquier edad y circunstancia, lo poco que importa todo lo que debiera ser importante, lo curados de espanto que estamos, la televisión que vende y nuestra sumisión ante la privación de libertades (nuestras y en otros países) me queda claro que estamos en ese segundo lugar, desordenados y sumidos en la anomia, donde no sabemos, coercionados por las contradicciones constantes, qué está bien y qué está mal. O no nos importa demasiado.
Y siguen sin verse los documentales de la 2, porque aburren, pero los animales y sus rituales de apareamiento que nos muestra tele 5 son conocidos por todos, aunque no estén en peligro de extinción, como sí lo estamos los ciudadanos de a pié.

20 de enero de 2012

Indefensión ante el sistema educativo

El problema de hacer una carrera en España es el miedo al después, y el total desconocimiento previo de que enseñan esas carreras. No sólo ahora, que no hay trabajo y ya sabemos que hacer una carrera es retrasar el tiempo de incorporación en el mercado laboral. También años atrás.

Gran parte de culpa la tienen los propios institutos, que informan escasamente sobre las opciones educativas posteriores. Y es que la responsabilidad de informador recae en una persona particular, el profesor o el orientador. Pero estos no tienen por qué conocer el panorama total de opciones, y así tienden a difundirse aquellos estudios u opciones que se conocen, lo que limita el acceso a determinados estudios. Además algunos profesores y orientadores se consideran en el derecho de decidir qué aptitudes tienen los alumnos para desmotivarles incluso a seguir estudiando. Siguiendo la línea del tan criticado sistema alemán o americano, donde un test decide tus aptitudes. Criticamos ese sistema, pero aquí ese test es sustituido por una persona, que no siempre es imparcial, que no siempre conoce los recursos y opciones disponibles o las necesidades del mundo laboral, y que, si bien esto no es lo habitual, no siempre basa sus recomendaciones en buenas intenciones. Sí, he llegado a conocer profesores desanimando a alumnos muy capaces por pura enemistad, cuando debieran haberse centrado en sus propias capacidades pedagógicas. Una de las perversidades del poder, simplemente. Y  muestra del abandono institucional de los centros educativos, que se convierten en pequeños imperios aislados donde profesores y alumnos deben apañárselas como puedan.
Los foros educativos y ferias se limitan a promocionar la universidad en sí (ese supermercado educativo) pero no las disciplinas. Es fácil encontrar en estos stands a personas que hacen función de comercial más que de informador. Y hay gran diferencia entre informar y vender.

Hace pocos años hacer una carrera era la continuación del periodo educativo. Hoy también lo es. Para algunos era una gran etapa de aprendizaje de juegos de cartas. A Bolonia no le gustan las cartas, y eso en parte es una suerte para los alumnos. Poco apreciada, eso sí.

Para los que iban a clase (al menos de vez en cuando) los primeros años eran etapa del desconocimiento y el sentimiento de pérdida. Hoy sucede exactamente lo mismo. En primer curso de la mayoría de carreras no se sabe muy bien de qué trata la cosa. De ahí el gran nivel de abandono. Además, en las carreras más teóricas, el primer año es la sucesión de teorías explicadas por quienes las conocen muy bien, tan bien, tan bien, que omiten datos básicos de comprensión y se limitan a dar una interpretación personal cargada de equipaje ideológico. El resultado es que se pasa por la licenciatura (ahora grado) conociendo el nombre de los autores y poco más. Pero sin haberlos leído.

Curiosamente, ni siquiera recuerdo como obligatorio leer libros de esos autores, sino interpretaciones que supuestamente lo hacían más sencillo. O trozos, pedazos de las ideas del autor en cuestión. Manuales que hacían resúmenes, referencias a los autores, pero no los propios autores en sí. Dependiendo, además, del profesor o especialidad, se ahondaba en unas teorías u otras. Repetir una asignatura con un profesor/a diferente, era un mundo nuevo.

El resultado es el desconocimiento total de los supuestos pilares teóricos de esas materias. Lo que impide, a posteriori, analizar con independencia ideológica los discípulos y los autores contemporáneos. Hacer una carrera no supone sinónimo de conocimiento entonces. Se exigen cantidades ingentes de trabajos, probablemente muy en la línea investigadora del profesor/a de turno, pero que proporcionan escasa autonomía para enfrentarse a la materia. Se llena el tiempo de estudio cumpliendo una serie de tareas programadas, lo que desanima a indagar más sobre el acuñador de la teoría en sí.