24 de enero de 2012

Si Kindle veo, Kindle quiero

El último juguete de moda es el libro electrónico. Estos reyes, infinitos no lectores han recibido como regalo de reyes algún tipo de e-book. Algunos aficionados a la lectura, también.
Hace poco oí exponer a un señor de los que gusta ser llamado "chico", sus motivos para comprarse un Kindle. Que así no se mataban más árboles. Y a mí, como argumento me pareció bién, sin saber cuándo contamina el librito electrónico ni sus modos de fabricación. Lo que me resultó curioso, cuanto menos, es que ese argumento saliera de una persona que no ha leído un libro en su vida. Jamás. Ni periódico. Pero ese señor deseaba con verdadero fervor, exponiendo numerosos argumentos, tener un Kindle (en concreto, otras marcas menos publicitadas parecían no interesarle).
A mí me parece excelente cualquier medida que fomente la lectura. Me parece bien que la gente lea, sean los criticados best-seller, libros de humor o tratados sobre la vida reproductiva de las setas. Pero tengo la sensación de que hemos perdido ligeramente el norte en lo que a maquinitas varias se refieres.

Parece existir una irrefrenable necesidad por poseer toda novedad en el mercado, y si tiene un nombre difícil de pronunciar, mejor. Y la adaptación a las nuevas tecnologías está bien, y es positiva. Pero deberíamos preguntarnos la utilidad de cada uno de esos aparatitos a nuestra vida cotidiana, a nuestras actividades, a nuestros intereses. A no ser que nuestro interés sea poder presumir del aparatito en cuestión delante de nuestros conocidos. Y es que en absoluto estoy en contra de los libros electrónicos ni de cualquier otra innovación tecnológica. Pero sí me pregunto acerca de la necesidad y de la utilidad que pueda tener en cada uno de nosotros. De manera individualizada, pues no creo que nuestras necesidades e intereses sean los mismos; lo que a tí te es imprescindible tal vez a mí no me sea tan necesario, ni siquiera útil.
Esto me recuerda a una anécdota de hace un par de años, ilustrativa de muchas cosas, entre ellas del funcionamiento de las partidas económicas para la investigación. Un determinado profesor, miembro de un grupo de investigación renombrado, quería un libro electrónico. Hablo de un momento en el que no eran tan "asequibles" como son ahora. Para justificar la compra de uno de esos aparatos para él con dinero destinado a la investigación (sí, sí, esa misteriosa partida I+D) tenía que comprarlo para todos los miembros de su grupo de investigación. Y eso hizo. Compró uno para cada uno de los miembros, sin cuestionar la necesidad de ellos, si el resto deseaba o no el aparato en cuestión o si hubiera sido más beneficioso el destino de esa partida a otros fines. Recuerdo lo que dijo un catedrático,de los grandes en su materia aunque poco actualizado: "¿Y para qué quiero yo esta maquinita de videojuegos?"
Y así vamos, la investigación y nosotros. Pero me parece que ilustra bien lo que quiero decir.

3 comentarios:

  1. Los gadgets, nombre geek destinado a este tipo de historias. Lamentablemente decirte que inundarán el futuro mercado y el inmediato. Gadgets con las más innumerables características: que si tiene reconocimiento facial de perros que ves en la calle (siguiendo con otros comentarios de anteriores entradas) y te dice si tienes ese perro en Facebook, pero como no lo tienes, y aquí viene lo bueno, te informa, le haces la foto y ya tienes la foto en tu Facebook, automáticamente subido y comentado. Lo que te pone por encima de tus amigos que también van haciendo fotos a perros y subiéndolas en la aplicación de moda (DogFace).

    ¿A qué queréis uno?, compatible con Android y IOS, ¡hay que comprarse uno para tener DogFace ya!. Tampoco estoy en contra de los gadgets, pero no voy a comprarme la última estupidez del mercado porque todo el mundo tiene uno, o porque si no lo tienes eres un anticuado.

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  2. Jajajaja. Echaba en falta tus aportaciones. Numerosas personas me preguntan por qué no tengo un móvil de última generación (móvil que te "regala" cualquier compañía telefónica).Pues porque pagar una conexión a internet continuada, que me persiga allá donde vaya, para mí, y solo hablo de mi caso particular, hoy por hoy no tiene mucho sentido. Pero no parece tratarse de la utilidad, sino que la necesidad parece inherente a poder demostrar que se es capaz de tenerlo, de poseer la suficiente solvencia para tenerlo, y, sobre todo, porque somos tan infinitamente imprescindibles de internet que tenemos que estar continuamente disponibles, localizables y conectados. El problema (mayor) de todo ello, es que es una imposición social basada en el puro consumismo (y en otro tipo de esclavitud elegida, la de las tecnologías).
    Aunque sin duda, me compraría el DogFace...

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  3. "Tenemos que estar continuamente disponibles, localizables y conectados.", es cada vez más difícil escapar a ello. Personalmente también creo que internet en el móvil es innecesario (yo tengo un terminal normalito), pero el problema no incluye sólo el móvil y su aplicación chapucera "¿quieres saber en todo momento dónde está tu novio/a?".
    Tal vez este video ya lo has visto, pero es recomendable: http://www.youtube.com/watch?v=wGq3HWILr6k.
    Muchas gente no lo sabe, ni lo entiende si se lo explicas. Una de mis últimas acciones al respecto ha pasado por suspender mi cuenta de Google dentro de unos días.

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